sábado, 30 de mayo de 2009

FLAMENCOS


Agotó los ruegos invocando al Dios de sus ancestros,
ese, que tal vez cansado de ella le dio la espalda.
Imitó un vuelo de flamenco
y desde su frente, la roja corona emplumada con ayeres cayó a la alcantarilla.
Inundada por el llanto equivocado quedó en desamparo,
luciendo anillos anulares con cuarzos de lágrimas.
Toda la sal atrapada en el cedazo de los ojos le quemó las pupilas.
Ahora, mucho después del pasado saluda al sol,
se yergue sobre su desnudez y le borra las ojeras a su clon reflejado en el espejo.
Ve amanecer, y es el milagro esperado.
En la vereda están sus compañeros de bandada, todos parados en una pata.
La mujer que hasta hoy usó la muleta que está ardiendo en la chimenea, se suma a ellos y vuela alto.
El cielo se pinta en plumas rojas,
y sus manos tejedoras urdirán más tarde
una nueva corona emplumada en presentes.

ALICIA CORA FERNÁNDEZ