Gateando
en puntas de luna trepo por las sombras de la noche,
ato
mis brazos con sogas invisibles y ahí, colgando como una marioneta sin
titiritero
me
balanceo en la incansable tarea de espiarte.
Mis
dos caras forman parte de un cortejo fantasmal.
Una,
se muestra maquillada con arroz para el kabuki de la farsa,
las
pestañas pintadas en kumadori mojado en los sueños truncos.
La
boca sin besos se desdibuja en muecas congeladas,
esa
pintura blanca me ayuda a tapar cicatrices, arrugas y dudas.
Ahora,
mi cara de luz prestada se apaga con la llegada del sol.
La
otra, la verdadera, asume errores y palabras pronunciadas a destiempo.
Vuelvo
a ser yo, la que insiste en repetir equívocos, la que no aprende,
la
que no puede dejar de torturarse y sigue dudando la certeza de tu amor.
Cuento
las horas que faltan para renovar el maquillaje kabuki.
para
zambullirme en el mar de tus ojos color promesa.
El
negro kumadori me ayuda a pintar un graffiti con palabras de arrepentimiento,
ojalá
pueda alcanzarme la infinita dimensión del cielo.
ALICIACORA
FERNÁNDEZ