martes, 20 de enero de 2009

LAS NUBES EN CUATRO ESQUINAS




Sin proponerlo, casi automáticamente, cada vez que alzo la vista hacia el cielo, busco en cada nube la singular forma que le dé respuestas a todas mis preguntas.
Ante cada interrogante, surge un imprevisto cómplice, el viento, que estira, acorta o eleva esa masa de pequeñas gotitas de agua,haciendo realidad mis sueños.
Esta inveterada costumbre, se remonta a los días de la infancia, cuando en las tardes de otoño, mis ojos escrutaban el pedazo de cielo que se asomaba entre las cuatro esquinas de mi barrio.
Los juegos pasaban a un segundo plano, el ahora y el ya, eran el cielo y sus nubes.
Así descubrí que no sólo en las antiguas calesitas, girando acompasadamente gracias al pobre y manso caballo con los ojos vendados, se podían encontrar barcos, autos, cisnes, aviones o ponys.
Allí, en el azul infinito del cielo, podía ver el mar, surcado por hermosos veleros impulsados por el viento; me veía sobre un gallardo cisne o cabalgando entre blancos algodones en un caballito casi negro.
La juventud trajo el amor, y ¿qué enamorado no miró el cielo alguna vez, buscando la inspiración para escribir un poema?
Yo, no buscaba rimas, deseaba encontrar algo que me orientara hasta el ser amado.
No siempre pude lograrlo y no pocas veces creí ver aquello o a aquél y fue simplemente una fugaz visión muy lejana a la realidad.
Ahora, el tiempo me traslada en busca del mismo pedazo de cielo entre cuatro esquinas, el barrio me recibe como entonces, con sus
casa chatas, sus veredas soleadas, los vecinos de entonces anclados en viejas sillas de mimbre, y el cielo, ese, el de la infancia
me espera, celeste y blanco de nubes que bailotean viejas melodías de calesita.
Lo miro, lo escruto, y descubro nuevamente los veleros, los autitos y los cisnes esperando jugar otra vez conmigo.
Eso, está intacto, porque ahí, en la distancia sigue siendo puro, no ocurre lo mismo con el nombre o la cara del amor perdido, ellos ya
no están, el viento, mi otrora cómplice con una infinita piedad, se encargó de borrarlos para siempre.
Ahora estoy aquí, en el justo centro de las cuatro esquinas, alzo mis ojos al cielo e intento quizás por última vez, encontrar en él, el
dibujo de mis próximos días y veo que el galope del caballito se detiene y me invita a cabalgar de nuevo sobre nubes de algodón,
para encontrar la ruta perdida del amor.
Voy a seguir por siempre mirando el cielo y no cejaré en mi empeño, posiblemente en algún momento pueda ver otra vez el nombre o la cara de alguien que como yo, esté tratando de encontrar en otro barrio, en otras cuatro esquinas, en otro cielo y en otras nubes, mi nombre y mi cara.

ALICIA CORA FERNÁNDEZ

5 comentarios:

Anónimo dijo...

como siempre muy emotivo y me
encanto el tema de las nubes...
desde niña y hasta el dia de hoy,, décadas despues...me gusta mirar las nubes y tal vez buscar en ella formas y porque no sentimientos...
gracias Alicia, una belleza,, besosssss,
Mañi

Anónimo dijo...

En muchos pemas aparece la infancia , la juventud,el barrio , Y en este el cielo y las nubes que siempre estan antes y ahora . Me parecio muy hermoso Lia

Anónimo dijo...

Que bonito Alicia, y si, es verdad, ¿quien no se a imaginado mirando las nubes alguna figura?
Me gusto mucho, felicitaciones.
Un besote de Meli.

Anónimo dijo...

Te felicito por la página y los poemas son hermosos
Cariños, Fernanda

Anónimo dijo...

también en mi infancia (poco feliz),yo miraba el cielo y buscaba las formas ,caras fantasiosas que no podía reconocer,otras veces buscaba en las estrellas aquélla en que mi abuelalu me mandaría sus rayitos de cariño.....
tu poema me trasladó al recuerdo ..
gracias besosnelly