jueves, 4 de agosto de 2011

LA URRACA



Como una urraca vieja y avariciosa, acopiaba cosas, retenía recuerdos
y a veces olvidaba que los minutos preciosos de la vida son efímeros y no coleccionables.
La mudanza la encontró sentada en el centro de un mundo hecho con retazos.
Se fabricó un par de brazos extra y presentó batalla a los recuerdos.
Bolsas, cajas, sobres, todo un maremoto infernal que la invadía de prepo.
No tenía mucho tiempo, ya que el nuevo dueño llegaría pronto.
En su poder, la vida y la muerte, de aquellos que le sonreían desde una foto.
En una valija, encontró el vestido de casamiento de la abuela,
con su tela ardida y amarilla pintada por un almanaque impiadoso.
¿Y si lo guardo?, pensó… sus nietas la valorarían como antigüedad.
La risa sonó a campanazo en la casa vacía y se sintió ridícula.
Fue a la basura, no sin antes haberle dado un fuerte beso que se llevó, quién sabe adónde.
Viajó en foto a un verano del 56, caminando sobre una playa desierta
y saboreando en la boca aquel beso robado en un bosquecito cercano..
El placard con sus tazas, platos y cubiertos sin uso real, abrió puertas suplicando,
que lo liberara de su carga, y para regocijo del cartonero del barrio, fueron también basura reciclable..
Pasó al ropero con espejo en luna llena y acomodó la cara entre los pliegues de una blusa,
el perfume inconfundible de mamá trepó por su nariz y le emborrachó de ternura el corazón.
Mató emociones y aquietó el correr de la sangre, supo esconder para siempre las quimeras.
Una bolsa de plástico negro como las de la morguera tragó la ropa embalada casi sin mirar.
En la iglesia cercana el sacerdote, le dio las gracias por esa ayuda para los necesitados
No le dio recibo, tampoco se lo pidió y así dejó partir a ese bagaje de olvidos forzados.
Cerró archivos, acomodó las telarañas de sus ojos y regaló sueños imposibles.
Los recuerdos a veces caminan en silencio por su cuerpo,
se le meten en el alma y le dicen que aquel día disfrazó su cobardía
con una capa de valentía que nunca sintió y pudo sepultarlos a pesar de sus gritos llamándola.
Ahora, el nuevo dueño, abre ventanas con cristales de sol, le ayuda estrenar sonrisas
y trata de darle nueva vida al alma desolada que se esconde vestida con lutos.

ALICIA CORA FERNÁNDEZ

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Alicia, sentí mucha tristeza y
empatía al leer este poema, será porque estoy pasando por momentos parecidos?
es un escrito con mucha alma, gracias por compartilo corazón,, mil besotes
Mañi

Anónimo dijo...

Alicia:
Al leer tu escrito te vi reflejada en él y a su vez también a mi en varios momentos de mi vida.
LA URRACA, es real.
Besos
Inés

abel espil dijo...

Amiga Alicia: la sintesis del dolor acompañando la resurrección.
¡ Amiga...nada fácil, ni sencillo!
Es admirable el entendimiento que transmites de la nueva etapa por vivir, sin poder cerrar nunca la anterior.
Un beso
Abel Espil

Anónimo dijo...

Realmente creo que esta poesia a mi me trae recuerdos que inundan mi corazon de congoja. Es hermosa , demasiado presente en la vida cercana a mi realidad . Es muy emocionate un beso Lia

Anónimo dijo...

Hola Alicia:
Estoy leyendo tu poema y me emociona lo que escribis, y no lo digo por compromiso sino de corazon.
Un abrazo
Ester

Kellypocharaquel dijo...

Alicia, muy impactada e identificada con tu poema.Tienes una grandiosa capacidad para desnudar sentimientos muy profundos.
Abrazos y besos
Raquel Luisa Teppich

Anónimo dijo...

tu forma de escribir y de "pintar" tus realidades.
Me conmueve ese cambio, y admiro este tipo de poemas, ellos tienen argumento, forma, imaginación y color, sin que esto quite en absoluto la seriedad que la temática conlleva.

Un beso grande CACHO